Politica de Castración de Animales
 
 

En cuanto a nuestra posición frente a la castración en los animales machos, ésta deriva de entender el origen de las castraciones en caballos en nuestro país, la cual proviene de la necesidad de recorrer grandes distancias en jornadas de trabajo, en suelos no siempre parejos, lo cual generaba en el animal dolores y contracturas que resaltaban inútiles y perjudiciales para las largas jornadas.

En principio se creía que se castraba al descarte de la cría macho, lo cual si bien era correcto, en primer lugar, se capaba al animal destinado a largas jornadas de campo para hacerlo menos vulnerable a dolores testiculares durante las jornadas. Así como para preservarlo sanitariamente de cualquier infección provocada de una vida en potreros rústicos a altas temperaturas.

 
Actualmente la selección de un animal para capar, se produce en función a las cualidades que el criador desea en su línea, mientras éstas no estén presentes mayor candidato será el caballo a ser castrado.Así pueden existir grandes caballos castrados de pisos extraordinarios, pero con características no deseadas para la reproducción de su criador.
 
Actualmente, la castración, es perfectamente prescindible en un animal, salvo excepciones sanitarias. Las largas jornadas de a caballo alrededor de los campos han sido sustituidas por los vehículos motorizados y la tecnología en el proceso de siembre y monitoreo de la producción agrícola, no nos engañemos si capamos a un animal es porque deseamos como criadores eliminar del patrón de caballo peruano las características del animal siendo dicha posición lo que justifica ante el criador la mutilación de su animal.

Aquella historia de que un capón cabalga mejor, o de manera más dócil, queda de lado, cuando en las últimas cabalgatas se aprecian a potros y yeguas perfectamente enfrenadas compartir con una docilidad los largos caminos de chacra. En nuestra opinión, la fábula comentada, tiene únicamente un origen comercial dada la gran demanda de “capones para cabalgatas”.

En la Hacienda, no somos proclives a la castración, sino hasta que  el animal culmine su proceso de enfrenadura, sólo en ese momento se podrá apreciar en primer lugar si en conjunto el animal no vale como patrón de raza peruana, y en segundo lugar si por ende no vale como alternativa de reproductor. La segunda opción requiere de un mayor análisis, dado que implica el examen de la posibilidad de que el animal fije en sus crías los defectos advertidos, o que teniéndolos él, no los transmita.
 
     
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