Actualmente, la castración, es perfectamente prescindible en un animal, salvo excepciones sanitarias. Las largas jornadas de a caballo alrededor de los campos han sido sustituidas por los vehículos motorizados y la tecnología en el proceso de siembre y monitoreo de la producción agrícola, no nos engañemos si capamos a un animal es porque deseamos como criadores eliminar del patrón de caballo peruano las características del animal siendo dicha posición lo que justifica ante el criador la mutilación de su animal.
Aquella historia de que un capón cabalga mejor, o de manera más dócil, queda de lado, cuando en las últimas cabalgatas se aprecian a potros y yeguas perfectamente enfrenadas compartir con una docilidad los largos caminos de chacra. En nuestra opinión, la fábula comentada, tiene únicamente un origen comercial dada la gran demanda de “capones para cabalgatas”.
En la Hacienda, no somos proclives a la castración, sino hasta que el animal culmine su proceso de enfrenadura, sólo en ese momento se podrá apreciar en primer lugar si en conjunto el animal no vale como patrón de raza peruana, y en segundo lugar si por ende no vale como alternativa de reproductor. La segunda opción requiere de un mayor análisis, dado que implica el examen de la posibilidad de que el animal fije en sus crías los defectos advertidos, o que teniéndolos él, no los transmita. |
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